martes, 27 de abril de 2010

Ulises


Me llamo Ulises Saldívar. Tengo 76 años y estoy loco. Ya te cuento por qué. 

Yo vivía tranquilo. No era feliz, pero vivía tranquilo. Me sentaba por las tardes en una de las mesas del bulevar, frente al café La Alondra a ver la gente pasar, mientra leía y releía la Iliada. De vez en cuando, me gustaba sentir que era un Ulises perdido, varado en un puerto a la espera de mejores tiempos. Como dije antes. Yo estaba tranquilo. Ya no. 
Una tarde calurosa de abril todo cambió. Ella llegó y con su mirada me llenó de dudas. De dudas que me corrompen, me corroen, me desgastan, como el agua salina de la costa desgasta los viejos cascos de los barcos que siguen amarrados en un cementerio sin cruces, muriendo lentamente.
Ella nunca me dijo su nombre. Nunca escuché su voz. No pude sentir el calor de su piel, ni saber cuál era su aroma. Evidentemente nunca la besé, por lo que mi boca nunca sabrá cuál era su sabor.
Yo vivía tranquilo. No era feliz, pero vivía tranquilo. Me sentaba por las tardes en el café de La Alondra a ver la gente pasar, y me reía del mundo y sus preocupaciones, mientras leía y releía la Iliada. Ya no. Ahora recorro las calles de esta ciudad, corrompido por ella, y por el sol, mirando el mar,tratando de conseguir un barco para ir por ella, porque al fin y al cabo esta es mi odisea.